Hace más de dos años Dafu y Balfo, viajaban en una barca que se hundió en el lago de Zway. Murieron los dos, junto con el resto de los que viajaban en la barca. Balfo estaba embarazada. Dejaron seis niños huerfanos: Lomi Dafu, Masini Dafu, Radia Dafu, Habtamu Dafu, Tariku Dafu y Alima Dafu. Los Dafu.
Los Dafu, se repartieron entre tíos, tías y abuela. Algunos con más suerte, otros con menos. Pasaron unos meses después de la muerte de sus padres. Y sin saber muy bien porque, los tíos decidieron que no podían cuidar de los seis, que eran muchos niños y que pedirían ayuda a Asuntos Sociales para que tres de ellos fueran a un orfanato.
Así llegaron Radia, Tariku y Alima a Meki. Por qué ellos tres y no los otros, no lo se. A nosotros no nos preguntaron, sólo nos dijeron que esos tres eran los que teníamos que cuidar, del resto se haría cargo la familia.
Cuando Radia, Tariku y Alima llegaron a casa, estaban asustados, pero tardaron poco en adaptarse. Ellos no contaban mucho, aunque sólo tenías que fijarte un poco para saber que no habían tenido una vida fácil. Sobre todo Radia, la mayor, viendo sus manos podías imaginarla recogiendo leña, o cargando garrafas de agua, o trabajando en el campo… como tantas otras niñas en Etiopía. Nunca se quejaron. Ni una sola palabra.
Durante estos dos años, nuestros Dafu apenas han visto a su familia, hemos tenido algún encuentro con ellos, pero siempre muy corto y muy rápido. Hace una semana fuimos a visitar la casa de una tía suya en la que creíamos vivían Lomi y Habtamu. Cuando llegamos allí sólo encontramos a los tíos, Lomi ya no estaba con ellos y Habtamu estaba cuidando el rebaño de cabras. Quedamos en que llamarían a los tres hermanos y que nos veríamos en una semana.
Ayer volvimos a su casa, encontramos sólo a Habtamu, una preciosidad de niño. Radia estuvo hablando con él, preguntándole como estaba, si iba al colegio, si era feliz. Y cuando le pregunto precisamente eso, “¿eres feliz?”, Habtamu se echo a llorar, Radia intentó consolarle, ¿qué pasa?, ¿te pegan?, ¿no te dan de comer?.... No importa lo que Habtamu contestó, pero a todos los que estábamos allí se nos partió el corazón. Lloramos con Habtamu. Nos fuimos sin poder consolarle, pero con la promesa de volver hoy a buscarle, para que pudiera pasar un día en Meki con sus hermanos.
Al volver a casa, Radia habló, por primera vez en dos años. Habló de los malos tratos de su tía, del hambre que pasaban, de cómo su tía les escondía la comida y como les pegaba si cogían un trozo de pan a escondidas… Escuchándola, era consciente una vez más de lo dura y difícil que es la vida para muchos niños en este país. Radia no es una excepción, Habtamu tampoco. Desgraciadamente, en este país, en este mundo, hay muchas Radias, muchos Habtamus. Desgraciadamente, son muchos los niños que sufren malos tratos, hambre, soledad, miedo.
Y una vez más mi cabeza se llenaba de preguntas, ¿por qué?, ¿por qué algunos hemos tenido la suerte de crecer rodeados de amor y comodidades y otros no?, ¿por qué Radia ha tenido que sufrir todo eso siendo tan niña?, ¿por qué Habtamu sufre todavía?, ¿por qué ellos sí?, ¿por qué otros no?.... Evidentemente, nunca encuentro una sola respuesta, no encuentro palabras que se lleven la injusticia…. Al final sólo me queda la sensación de ser condenadamente pequeña y no poder llegar a todo, a todos; de no poder consolar y cuidar de todos esos niños que sufren, de tener que conformarme con los 35 que están ahora cerca de mi. Ni si quiera Habtamu esta a mi alcance.
Hoy hemos vuelto a buscar a Habtamu, como le prometimos. Allí estaban esperándonos, los tíos, tías y vecinos. También Lomi, la hermana más mayor, que había venido del poblado. Hemos mondado en el coche a los hermanos, y a algunos de sus tíos. Han venido ha Meki a celebrar el año nuevo con nosotros, porque hoy en Etiopía estrenamos el año 2003.
Cuando Radia, Tariku y Alima llegaron a casa, estaban asustados, pero tardaron poco en adaptarse. Ellos no contaban mucho, aunque sólo tenías que fijarte un poco para saber que no habían tenido una vida fácil. Sobre todo Radia, la mayor, viendo sus manos podías imaginarla recogiendo leña, o cargando garrafas de agua, o trabajando en el campo… como tantas otras niñas en Etiopía. Nunca se quejaron. Ni una sola palabra.
Durante estos dos años, nuestros Dafu apenas han visto a su familia, hemos tenido algún encuentro con ellos, pero siempre muy corto y muy rápido. Hace una semana fuimos a visitar la casa de una tía suya en la que creíamos vivían Lomi y Habtamu. Cuando llegamos allí sólo encontramos a los tíos, Lomi ya no estaba con ellos y Habtamu estaba cuidando el rebaño de cabras. Quedamos en que llamarían a los tres hermanos y que nos veríamos en una semana.
Ayer volvimos a su casa, encontramos sólo a Habtamu, una preciosidad de niño. Radia estuvo hablando con él, preguntándole como estaba, si iba al colegio, si era feliz. Y cuando le pregunto precisamente eso, “¿eres feliz?”, Habtamu se echo a llorar, Radia intentó consolarle, ¿qué pasa?, ¿te pegan?, ¿no te dan de comer?.... No importa lo que Habtamu contestó, pero a todos los que estábamos allí se nos partió el corazón. Lloramos con Habtamu. Nos fuimos sin poder consolarle, pero con la promesa de volver hoy a buscarle, para que pudiera pasar un día en Meki con sus hermanos.
Al volver a casa, Radia habló, por primera vez en dos años. Habló de los malos tratos de su tía, del hambre que pasaban, de cómo su tía les escondía la comida y como les pegaba si cogían un trozo de pan a escondidas… Escuchándola, era consciente una vez más de lo dura y difícil que es la vida para muchos niños en este país. Radia no es una excepción, Habtamu tampoco. Desgraciadamente, en este país, en este mundo, hay muchas Radias, muchos Habtamus. Desgraciadamente, son muchos los niños que sufren malos tratos, hambre, soledad, miedo.
Y una vez más mi cabeza se llenaba de preguntas, ¿por qué?, ¿por qué algunos hemos tenido la suerte de crecer rodeados de amor y comodidades y otros no?, ¿por qué Radia ha tenido que sufrir todo eso siendo tan niña?, ¿por qué Habtamu sufre todavía?, ¿por qué ellos sí?, ¿por qué otros no?.... Evidentemente, nunca encuentro una sola respuesta, no encuentro palabras que se lleven la injusticia…. Al final sólo me queda la sensación de ser condenadamente pequeña y no poder llegar a todo, a todos; de no poder consolar y cuidar de todos esos niños que sufren, de tener que conformarme con los 35 que están ahora cerca de mi. Ni si quiera Habtamu esta a mi alcance.
Hoy hemos vuelto a buscar a Habtamu, como le prometimos. Allí estaban esperándonos, los tíos, tías y vecinos. También Lomi, la hermana más mayor, que había venido del poblado. Hemos mondado en el coche a los hermanos, y a algunos de sus tíos. Han venido ha Meki a celebrar el año nuevo con nosotros, porque hoy en Etiopía estrenamos el año 2003.
Cuando han llegado a casa, Tariku ha cogido a su hermano y se le ha llevado a la ducha. Ropa nueva para que estuviera guapo. Después han jugado juntos. Han comido hasta que no han podido más. Han tirado de las cintas de una piñata hasta que decenas de caramelos y confeti les han caído encima. Has disfrutado y han reído. Lomi y Habtamu se han ido con cuadernos nuevos para el cole, bolis, lápices de colores. Dejadme que me consuele con que hoy han sido felices. Me quedo con esa imagen, los Dafú otra vez juntos, felices. Nos faltaba Masini, la próxima vez será.
¡Feliz Año Nuevo a todos
¡Feliz Año Nuevo a todos
Os quiero, no olvidéis ser felices.
Mar
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